Sobre Terrorismo
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Sobre Terrorismo

INTRODUCCION

El terrorismo es uno de los problemas claves con los que históricamente los países de América Latina se han tenido que enfrentar. Las causas sociales y económicas de este fenómenos son ampliamente conocidas. Los gobiernos de América Latina a menudo han respondido al terrorismo con medidas altamente represivas, que no sólo incluyen a los presuntos terroristas, si no que violan los derechos fundamentales de la población en general. La otra respuesta típica, el terrorismo de estado, es la causa mayor de violaciones a los derechos humanos en el continente.

En los últimos años, varios gobiernos han pasado o pretenden pasar, leyes que limitan los derechos de los ciudadanos bajo la excusa de eliminar el terrorismo.

“Nadie es inmune, ya sea que viaje en el subterráneo de Tokio o en un autobús en Tel Aviv; que pasee mirando los escaparates de las tiendas en Londres o camine por las calles de Moscú; que preste servicio en Arabia Saudita o vaya a su trabajo en Oklahoma City.

El terrorismo se ha vuelto un destructor de todos por igual que no respeta fronteras.

Nuestra seguridad personal, comunitaria y nacional dependen de nuestras políticas con respecto al terrorismo dentro del país y en el extranjero.

No podemos promover el bien común en nuestro país sin promoverlo también en todo el mundo. No podemos reducir las amenazas a nuestro pueblo sin reducir las amenazas al mundo más allá de nuestras fronteras.”

Bill Clinton
Presidente Estadounidense
5 de agosto de 1996

  EL TERRORISMO POSTMODERNO Cuando el siglo XIX llegaba a su fin, parecía que nadie estaba inmune a un atentado terrorista. En 1894 un anarquista italiano asesinó al presidente francés Sadi Carnot. En 1897 unos anarquistas apuñalaron mortalmente a la emperatriz Isabel de Austria y mataron a Antonio Cánovas, el primer ministro español. En 1900 Umberto I, rey de Italia, cayó víctima de otro atentado anarquista; en 1901 un anarquista estadounidense asesinó a William McKinley, presidente de Estados Unidos. El terrorismo se convirtió en la principal preocupación de los políticos, jefes de policía, periodistas y escritores, desde Dostoevski hasta Henry James. Si en el año 1900 se hubieran reunido los líderes de las principales potencias industriales, la mayoría habría insistido en asignar alta prioridad al terrorismo en su orden del día, como lo hizo el presidente Clinton en la reunión del Grupo de Siete, luego de la explosión de junio en las instalaciones militares estadounidenses en Dhahran, Arabia Saudita.

Desde esta perspectiva el resurgimiento reciente de la actividad terrorista no es especialmente amenazante. Según el informe anual del Departamento de Estado sobre la materia, el año pasado murió menos gente en incidentes de terrorismo internacional (165) que el año anterior (314). Sin embargo, estas cifras prácticamente no significan nada, -- debido a los incidentes que no tienen en cuenta y aquéllos que incluyen. Las definiciones actuales del terrorismo no captan la magnitud del problema en todo el mundo.

El terrorismo ha sido definido como el uso de violencia o amenaza de violencia por individuos a nivel subestatal con el propósito de sembrar el pánico en una sociedad, para debilitar e incluso derrocar las autoridades titulares y causar un cambio político. En ocasiones se transforma gradualmente en guerra de guerrillas (aunque a diferencia de las guerrillas, los terroristas son incapaces o no están dispuestos a tomar y retener territorio) y aún en un sustituto de la guerra entre estados. En su larga historia el terrorismo ha hecho su aparición en muchas formas; hoy la sociedad se enfrenta no a un terrorismo sino a muchos terrorismos.

Desde 1900 la motivación, la estrategia y las armas han cambiado en cierto modo. Los anarquistas y los grupos terroristas de izquierda que les sucedieron, hasta los Ejércitos Rojos que operaron en Alemania, Italia y Japón en los años setenta, han desaparecido; si mucho, la iniciativa pasó a la extrema derecha. Ahora, la mayor parte del terrorismo internacional e interno, sin embargo, no es de izquierda ni de derecha, sino de inspiración etnoseparatista. Los separatistas étnicos tienen más fuerza para resistir que los motivados por ideologías, ya que los sostiene una reserva mayor de apoyo público.

El cambio más grande en décadas recientes radica en que el terrorismo no es, de ningún modo, la única estrategia de los militantes. La Fraternidad Musulmana, de múltiples ramales, los hamas palestinos, el Ejército Republicano Irlandés (IRA), los Tigres Tamiles de Sri Lanka, los extremistas kurdos de Turquía e Irak, el movimiento Patria y Libertad del País Vasco (ETA) en España y muchos otros grupos que han surgido en este siglo, han tenido facciones políticas, así como terroristas desde el comienzo. El brazo político suministra servicios sociales y educación, administra los negocios y disputa elecciones, mientras que el "ala militar" realiza emboscadas y asesinatos. Esta división del trabajo tiene sus ventajas: El liderazgo político puede desasociarse públicamente cuando los terroristas cometen un acto particularmente atroz u ocurre algún fracaso. En estos casos la afirmación de falta de control puede ser bastante real, ya que el ala armada tiende a independizarse; con frecuencia los hombres y mujeres con armas de fuego y bombas pierden de vista los objetivos más amplios del movimiento y terminan perjudicando más que ayudando.

Las operaciones terroristas también han cambiado algo. El secuestro de aviones es ahora raro porque los aviones secuestrados no pueden permanecer en el aire indefinidamente y pocos países están dispuestos a permitir que aterricen y quedar así con el estigma de apoyar abiertamente el terrorismo. Por otra parte, los terroristas vieron rendimientos decrecientes en este tipo de secuestros. La tendencia actual parece ser la de disminuir el ataque a objetivos específicos, como por ejemplo las autoridades del bando contrario, y llevar a cabo, en cambio, asesinatos indiscriminados. Aún más, la línea divisoria entre el terrorismo urbano y otras tácticas se ha vuelto menos definida, a la vez que la línea entre el terrorismo políticamente motivado y las operaciones del anarcosindicalismo nacional e internacional, en la Unión Soviética, América Latina y otras partes del mundo, es a menudo imposible de discernir para los extraños. Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre el crimen internacional y el terrorismo: Las mafias no tienen interés en derrocar los gobiernos y debilitar la sociedad en forma decisiva; en realidad, tienen intereses adquiridos en una economía próspera.

Los malentendidos, no sólo de orden semántico, rodean las varias formas de violencia política. Un terrorista no es un guerrillero, estrictamente hablando. Ya no hay guerrilleros, estilo maoista, empeñados en la liberación de territorios que se conviertan en la base de la oposición a la sociedad y un ejército permanente que luche contra el gobierno central, salvo quizás en lugares remotos como Afganistán, Filipinas y Sri Lanka. El término "guerrillero" ha tenido una larga vida, en parte porque los terroristas prefieren ese nombre por sus connotaciones más positivas. Persiste también porque los gobiernos y los medios de información en otros países no quieren ofender a los terroristas llamándolos terroristas. La prensa francesa e inglesa no soñaría en referirse con otro nombre a los terroristas de sus países, pero llama militantes, activistas, luchadores por la liberación nacional, e incluso "personas con armas", a los terroristas de otros países.

Ha echado raíz la creencia de que las misiones terroristas de voluntarios empeñados en suicidarse constituyen una nueva tendencia radical y peligrosa porque es imposible impedirlas. Sin embargo, ese es un mito, como tantos otros en los que siempre se ha envuelto el terrorismo. Los que explotan bombas y están dispuestos, y en efecto ansiosos de volarse a si mismos, han existido en todas las épocas y tradiciones culturales, afiliados a tendencias políticas que van desde el izquierdismo de la brigada Baader-Meinhof de los años setenta en Alemania, hasta el extremo de derecha. Cuando el ejército japonés quería pilotos kamikaze, a finales de la Segunda Guerra Mundial, miles de voluntarios se apresuraron a ofrecer sus servicios. Los jóvenes árabes que actúan como bombas humanas en los autobuses en Jerusalén y buscan la recompensa de las vírgenes en El Paraíso, son un eslabón en esta vieja cadena.

El terrorismo auspiciado por los estados no ha desaparecido. Los terroristas ya no pueden contar con la Unión Soviética y sus aliados en Europa Oriental, pero algunos países del Mediano Oriente y Africa del Norte todavía los apoyan. Sin embargo, Teherán y Trípoli están menos ansiosos de afirmar que tienen el derecho divino de llevar a cabo operaciones de terrorismo fuera de sus fronteras; el ataque aéreo estadounidense de 1986 contra Libia y los diversos boicoteos contra Libia e Irán tuvieron efecto. Hoy en día ningún gobierno se ufana de las luchas realizadas por otros a los que instiga y apoya.

Por otra parte, el Sudán, sin mucho bombo, se ha convertido para los terroristas en lo que fuera la Costa de Berbería para los piratas en otras épocas: Un santuario. El gobierno militar en Kartum, aislado políticamente, enfrentado a una economía desastrosa y respaldado por líderes musulmanes, cree que nadie quiere tener nada que ver con el Sudán y por tanto puede impunemente apoyar a terroristas de muchos países. Esa confianza se justifica siempre y cuando el terrorismo sea sólo una molestia, pero, si pasa a más, las reglas del juego cambian y tanto los terroristas como sus protectores se ven sometidos a una grandes presiones.



  TERRORISMO AUSPICIADO POR EL ESTADO Estados Unidos y sus aliados siguen concentrándose en hacer que a los gobiernos les resulte más oneroso apoyar, tolerar y dedicarse al terrorismo internacional. Está generalmente reconocido que el apoyo estatal a los grupos terroristas da a éstos mayor capacidad de acción y dificulta la tarea de las fuerzas encargadas de luchar contra el terrorismo.

Con objeto de presionar a los gobiernos a poner fin a dicho apoyo, las leyes de Estados Unidos imponen restricciones comerciales y de otra índole a los países que, a juicio del secretario de Estado, han apoyado repetidamente la comisión de actos de terrorismo internacional al proporcionar apoyo, entrenamiento, pertrechos, o refugio a los terroristas.

Estados Unidos incluye actualmente a Cuba, Irán, Irak, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria en la lista de países que apoyan al terrorismo. Esta lista se envía anualmente al Congreso, aunque, en cualquier momento y si así lo justifican las circunstancias, se pueden añadir o retirar países de esta lista. Cuba ya no puede apoyar activamente la lucha armada en América Latina u otras partes del mundo a causa de las graves dificultades económicas por las que atraviesa. Si bien no hubo pruebas directas de que auspiciara actos terroristas en 1995, el gobierno cubano sigue ofreciendo refugio a varios terroristas internacionales. Cuba no ha renunciado al apoyo político de grupos que se dedican al terrorismo internacional. Irán siguió siendo en 1995 el Estado que apoya más activamente al terrorismo internacional. Aunque Teherán trató de proyectar una imagen moderada en el occidente, siguió asesinando a disidentes en el extranjero y apoyando y financiando a grupos que constituyen una amenaza para los ciudadanos estadounidenses. Las autoridades iraníes reiteraron la validez de la sentencia de muerte impuesta al escritor británico Salman Rushdie, aunque algunos altos funcionarios iraníes alegaron que el gobierno de Irán no cumpliría la fatwa.

Ninguno de los actos de terrorismo atribuidos a la Hezbollah libanesa respaldada por Irán en 1995 revistieron la gravedad del que provocó la explosión de un centro cultural judío en Buenos Aires en julio de 1994, el que se cree que fue perpetrado por Hezbollah. Esta organización siguió tratando de socavar el proceso de paz en el Oriente Medio y oponiéndose a los intereses occidentales en el Mediano Oriente.

Irán también apoya a otras organizaciones radicales que cometen actos de terrorismo contra el proceso de paz, entre ellas HAMAS, la Jihad Islámica Palestina y el Frente Popular para la Liberación de Palestina--Comando General. También ofrece refugio al Partido Obrero de Kurdistán (PKK), grupo terrorista que lucha por un estado kurdo independiente y que en 1995 realizó numerosos actos terroristas contra intereses turcos. En 1995, se registraron diversos actos de violencia política en el norte de Irak que siguieron la norma de Bagdad de usar el terrorismo contra la población local y los desertores del régimen. Algunos de los más destacados fueron el ataque con bombas al Congreso nacional iraquí y el envenenamiento de una serie de desertores del régimen. Irak continúa dando refugio a varios grupos terroristas.

Libia siguió desafiando un año más las demandas de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobadas en respuesta a su participación en los ataques con bombas contra los vuelos Pan Am 103 (1988) y UTA 722 (1989). Estas resoluciones le exigen a Libia entregar a dos agentes de los servicios de inteligencia acusados del ataque contra el vuelo de Pan Am 103 para ser procesados; cooperar con las autoridades de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia en la investigación de los ataques contra Pan Am y UTA; pagar indemnizaciones a las víctimas y poner fin a todo apoyo al terrorismo. En vez de eso, Libia siguió promoviendo "fórmulas de avenencia" falsas, dirigidas a diluir o evadir las resoluciones.

También siguió albergando a grupos terroristas como la Organización Abu Nidal. Además, una investigación del asesinato del dirigente de la Jihad Islámica Palestina Fathi Shaqaqi en Malta, en octubre de 1995, reveló que éste había sido un antiguo cliente libio. Trípoli siguió, asimismo, hostigando e intimidando a la comunidad libia en el exilio; se cree que fue responsable del secuestro del residente de Estados Unidos Mansur Kikhia en diciembre de 1993 y los exiliados libios le acusaron del asesinato de un miembro de la oposición libia en Londres en noviembre de 1995. En 1995, el encargado de negocios libio en Londres fue expulsado por amenazar y vigilar a los exiliados libios en el Reino Unido. No existen indicios de que Corea del Norte (la República Popular de Corea) haya auspiciado actos de terrorismo desde 1987. Desde 1993 la República Popular de Corea ha realizado varios esfuerzos para reiterar su oposición a todas formas de terrorismo internacional.
Desde 1970, el gobierno de la República Popular de Corea ha dado refugio a varios miembros de la Liga Comunista Japonesa--Facción del Ejército rojo--, que participaron en un secuestro aéreo en 1970. Sudán atrajo la atención en 1995 como centro de actividades terroristas. Para fines de año estaba en malas relaciones con muchos de sus vecinos. Uganda y Eritrea habían roto las relaciones diplomáticas con Jartún por el apoyo de éste a grupos armados en dichos países.

Etiopía y Egipto acusaron a Sudán de complicidad en uno de los actos terroristas más notorios del año: el atentado fallido contra el presidente egipcio Hosni Mubarak en Addis Abbeba, el 26 de junio, atribuido a al-Gana'at al-Islamiyya (Grupo islámico) egipcio. Algunos participantes en el atentado que fueron capturados por la policía etíope incriminaron al gobierno sudanés, controlado por el Frente Islámico Nacional, en planear el delito y entrenar a los que e lo llevaron a cabo. Se cree que tres de los conspiradores están en Sudán. Cuando Jartún se negó a cooperar en la captura de éstos, la Organización para la Unidad Africana pidió a Sudán que entregara a los sospechosos.

Además, Sudán sigue albergando a Usama Bin Ladin, importante financiero del terrorismo, y a miembros de algunos de los grupos más violentos, como el Grupo islámico, la Organización Abu Nidal, la Hezbollah libanesa y HAMAS. Jartún es un importante punto de tránsito y base de una serie de grupos terroristas. No existen pruebas de que las autoridades sirias hayan participado directamente en planear o ejecutar ataques terroristas desde 1986. No obstante, Siria sigue dando refugio y apoyo, dentro de su territorio y en zonas de Líbano bajo su control, a grupos terroristas tales como el Frente Popular para la Liberación de Palestina--Comando General de Ahmad Jibril, la Jihad Islámica Palestina, el Ejército Rojo Japonés y el Partido Obrero de Kurdistán.

Siria ha permitido a Irán reabastecer a Hezbollah por intermedio de Damasco, pero sigue restringiendo las actividades internacionales de algunos de estos grupos.


 

 


Autor: Jorge Méndez